"El Mesías de Dune"; Frank Herbert

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Dejando atrás la épica escala y gran cantidad de personajes del primer libro, Frank Herbert nos lleva de la mano a través de un corto, pero fascinantemente profundo y filosófico viaje de ciencia ficción. 


(SPOILERS DE “DUNE” A CONTINUACIÓN)


Al final de la icónica obra de ciencia ficción de Frank Herbert, “Dune”, Paul Atreides, aquel adolescente con peculiares dones, cambiado para siempre por la masiva ingesta de especia que le permite atravesar el tiempo y ver pasado, presente y futuro, es el emperador del universo. A primera vista, este final parece la clásica conclusión del viaje del héroe, del mito del elegido, el cual es destruido por completo en el segundo libro, “El Mesías de Dune”. Pero hay que leer con atención. Y si leemos con atención, notamos que “Dune” también hace una ácida, sutil sátira al tópico del héroe: Paul acepta su lugar como emperador no feliz y festejando con pompa, sino que lo hace con pavor, en un acto desesperado, como última alternativa, tomando completa consciencia del religioso y destructivo jihad que asesinará a millones de personas en su nombre. 


En “El Mesías de Dune”, han pasado doce años de aquello, y las visiones prescientes de Paul, el mesías del título, se han vuelto realidad. Miles de mundos y planetas han sido masacrados en su nombre por millones de fanáticos religiosos que lo han deificado, personas sobre las cuales él ya no tiene control: ellos controlan a su Dios. Debido a esto, entre intrigas se teje una conspiración en la que participan aquellos opuestos al emperador, incluida gente muy cercana a él. ¿El objetivo? Quitarlo del poder, preferentemente muerto. 


“El Mesías de Dune” es un libro diferente en todos los aspectos a su predecesor. Es la mitad de largo, pero mucho más lento, cargado de conversaciones y reflexiones filosóficas con significados múltiples que se unen en una bola de nieve hasta la poética - y trágica - conclusión. Analizar este libro desde un nivel de trama no es muy útil, puesto que no hay mucho de eso, sino de lo otro: filosofía y temas centrales que Herbert explora con ahínco, especialmente los relacionados a Paul Atreides. Las escondidas alusiones a la reticencia de Paul de aceptar su destino en “Dune” se convierten en el eje central de su personaje, y poco a poco el autor desgrana el mito del héroe, del elegido, del mesías que salvó Arrakis y sometió al universo a su voluntad. Herbert lo desmitifica, lo despoja de todo su heroísmo y le da a su personaje la única conclusión posible: una de agridulce tragedia, pero de paz y tranquilidad al mismo tiempo. Un epílogo necesario al excesivo y caótico final de “Dune”.


A pesar de que el ritmo es bastante lento en la primera mitad, “El Mesías de Dune” es, a fin de cuentas, una pieza indispensable en el rompecabezas de este universo, que quizá desagrade a aquellos quienes piensan en el primer libro como una clásica historia heroica, pero que a fin de cuentas otorga las conclusiones necesarias a los personajes y temas establecidos en su predecesor. 


9/10


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